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Palloso Spagnolesco Permaloso
XII
Nuestro nihilismo no es nihilismo cristiano.
Nosotros no negamos la vida. ¡No! Nosotros somos los grandes iconoclastas de la mentira.
Y todo aquello que es proclamado “sagrado” es mentira.
Nosotros somos los enemigos de lo “sagrado”.
¡Y hay una ley “sagrada”; una sociedad “sagrada”; una moral “sagrada”; una idea "sagrada”!
Pero nosotros – los dueños y amantes de la fuerza impía y de la belleza volitiva, de la Idea violentadora
– nosotros, los iconoclastas de todo aquello que está consagrado – reímos satánicamente, con una gran sonrisa ancha y burlona.
¡Reímos!...
Y ríendo conservamos el arco de nuestra pagana voluntad de gozar siempre tenso hacia la plena integridad de la vida.
Y nuestras verdades las escribimos con risa.
Y nuestras pasiones las escribimos con sangre.
¡Y reímos!...
Reímos la gran risa sana y roja del odio.
Reímos la gran risa azul y fresca del amor.
¡Reímos!...
Pero riendo nos acordamos, con suma seriedad, que somos los legítimos hijos, los dignos herederos,
de una gran aristocracia libertaria que nos transmitió en la sangre satánicos ímpetus de loco heroísmo,
¡y en la carne olas de poesía, de soles y de canciones!
Nuestro cerebro es una hoguera centelleante, donde el crepitante fuego del pensamiento arde en gozosos tormentos.
Nuestra alma es un oasis solitario siempre floreciente y festivo donde una música secreta canta las complicadas melodías de nuestro alado misterio.
Y en el cerebro nos gritan todos los vientos del monte; en la carne nos gritan todas las tormentas del mar;
todas las Ninfas del Mal; nuestros sueños son ciclos reales habitados por vírgenes musas ardientes.
Nosotros somos los verdaderos demonios de la Vida.
Los precursores del tiempo.
¡Los primeros anuncios!
Nuestra exuberancia vital nos embriaga de fuerza y de desdén.
¡Nos enseña a despreciar la muerte!
XIII
Hoy hemos llegado a la trágica celebración de un gran ocaso social.
El crepúsculo es rojo. El atardecer está ensangrentado. El ansia bate en el viento sus alas ardientes.
Alas rojas de sangre; ¡alas negras de muerte! El Dolor organiza en la sombra al ejército de sus hijos ignotos.
La belleza está en el jardín de la Vida, y está trenzando guirnaldas de flores para coronar la frente de los héroes.
Los espíritus libres han lanzado ya sus fulgores a través del crepúsculo.
Como primeros anuncios de fuego: ¡primeras señales de guerra!
Nuestra época está bajo las ruedas de la historia.
La civilización democrática se dirige hacia la tumba.
La sociedad burguesa y plebeya se deshace fatalmente, ¡inexorablemente!
El fenómeno fascista es la prueba más cierta e irrefutable de ello.
Para demostrarlo no habría más que remontarse en el tiempo e interrogar a la historia.
¡Pero no hay esta necesidad!
¡El presente habla con bastante elocuencia!
El fascismo no es más que el espasmo convulso y cruel de una sociedad plebeya,
pusilánime y vulgar, que agoniza trágicamente ahogada en el pantano de sus vicios y de sus propias mentiras.
Él – el fascismo – celebra estas bacanales suyas con hogueras de llamas, y malvadas orgías de sangre.
Pero del oscuro crepitar de sus lívidos fuegos no salpica ni siquiera una triste chispa de
gallarda espiritualidad innovadora, mientras la sangre que esparce se transforma en vino que los
precursores del tiempo recogen tácitamente en los cálices rojos del odio, destinándolo como
bebida heroica para comunicar a todos lo hijos del dolor social llamados a la crepuscular
celebración del ocaso.
Porque los grandes precursores del tiempo son los hermanos y los amigos de los hijos del dolor.
Del dolor que lucha.
Del dolor que asciende.
¡Del dolor que crea!
Nosotros tomaremos de la mano a estos hermanos ignotos para marchar juntos contra todos los “noes”
de la negación, y juntos subir hacia todos los “síes” de la afirmación; hacia nuevos albores espirituales:
hacia nuevos mediodías de vida.
Porque nosotros somos los amantes del peligro; los temerarios de todas las empresas, los conquistadores de lo imposible,
¡los hacedores y los precursores de todas las "pruebas”!
¡Porqué la vida es una prueba!
Tras la celebración negadora del ocaso social, queremos celebrar el rito del “yo”:
el gran mediodía del individuo íntegro y real.
Para que la noche no triunfe más.
Para que las tinieblas no nos envuelvan más.
Para que el majestuoso incendio del sol perpetúe su fiesta de luz en el ciclo y en el mar.
XIV
El fascismo es un obstáculo demasiado efímero e impotente para impedir el curso del humano
pensamiento que irrumpe más allá de cualquier dique y se desborda más allá de cualquier señal,
arrastrando la acción tras sus pasos.
Es impotente porque es fuerza bruta. Es materia sin espíritu: ¡es noche sin alba! El fascismo es
la otra cara del socialismo. El uno y el otro son dos cuerpos sin alma.
XV
El socialismo es la fuerza material que, actuando a la sombra de un dogma, se resuelve y disuelve en un “no" espiritual.
El fascismo es un tísico del “no” espiritual que tiende – infeliz – a un sí material...
Tanto uno como otro carecen de cualidades volitivas.
Son las tiritas del tiempo: ¡los temporizadores del hecho!
Son reaccionarios y conservadores.
Son los fósiles cristalizados que el dinamismo volitivo de la historia que pasa arrollará juntos.
Porque, en el campo volitivo de los valores morales y espirituales, los dos enemigos se asemejan...
Y se note que, si el fascismo ha nacido, sólo el socialismo es cómplice directo y el padre responsable.
Porque, si cuando la nación, si cuando el Estado, si cuando la Italia democrática,
si cuando la sociedad burguesa se convulsionaba de espasmos y agonía entre las manos nudosas y poderosas del “proletariado” en revuelta,
el socialismo no hubiese impedido vilmente el trágico apretón mortal
- perdiendo las luces de la razón ante los ojos cerrados de ella -
ciertamente el fascismo no habría ni siquiera nacido, a parte de no haber vivido.
Pero el bobo coloso sin alma sin embargo se ha dejado arrastrar
- por causa de que los vagabundos de la idea impulsasen el movimiento de revuelta más allá del signo preestablecido -
a un vulgarísimo juego de siniestra piedad conservadora, y falso amor humano.
Así la Italia burguesa en lugar de morir ha parido...
¡Ha parido al fascismo!
Porque el fascismo es una criatura tísica y deforme, nacida de los amores impotentes del socialismo con la burguesía.
Uno es el padre, la otra la madre. Pero tanto uno como la otra reniegan de la responsabilidad.
Quizás lo encuentran un hijo demasiado desnaturalizado.
Y esto es el por qué lo llaman ¡”bastardo”!
Y el se venga...
Ya bastante infeliz por haber nacido así, se rebela contra el padre y ultraja a la madre...
Y tal vez tiene razón...
Pero nosotros todo esto lo dejamos en manos de la historia. Para la historia y para la verdad, no para nosotros.
Para nosotros – el fascismo – es un seta venenosa plantada profundamente en el podrido corazón de la sociedad, que con ello se contenta...
XVI
Sólo los grandes vagabundos de la idea podrán – y deberán – ser la luminosa palanca espiritual de la tormentosa revolución,
que oscura sobre el mundo avanza...
La sangre pide sangre.
¡Es la vieja historia!
Atrás ya no se puede volver.
Tratar de volver atrás – como hace el socialismo – sería un delito inútil y vano.
Nosotros tenemos que precipitarnos hacia el abismo.
Tenemos que responder a la voz de los muertos.
De aquellos muertos que han caído con inmensas estrellas de oro en las pupilas.
Hace falta ablandar el suelo.
¡Liberar la sangre de debajo de la tierra!
Porque se necesita ascender hacia las estrellas.
Quiere quemar a sus buena hermanas luminosas y lejanas que la han visto morir.
Dicen los muertos, nuestros muertos:
“Nosotros somos muertos con estrellas en los ojos.
Nosotros somos muertos con rayos de sol en las pupilas.
Nosotros somos muertos con el corazón henchido de sueños.
Nosotros somos muertos con el canto de la más bella esperanza en el alma.
Nosotros somos muertos con el fuego de una idea en el cerebro.
Nosotros somos muertos...”.
Cuán triste debe ser el morir con los demás muertos – los muertos no nuestros -
¡sin todo eso en la mente, en el alma, en el corazón, en los ojos, en las pupilas!
¡Oh muertos, oh muertos!... ¡Oh muertos nuestros!
¡Oh antorchas luminosas! ¡Oh faros ardientes! ¡Oh hogueras crepitantes! ¡Oh muertos!...
¡Ajá, estamos en el crepúsculo!
La trágica celebración del gran ocaso social se aproxima.
Nuestra alma grande già se abre de par en par hacia la vasta luz subterránea, ¡oh muertos!
Porque también nosotros tenemos en los ojos las estrellas, el sol en las pupilas, el sueño en el corazón,
el canto de la esperanza en el alma y, en la mente, una idea.
Sí, también nosotros, ¡también nosotros!
¡Oh muertos, oh muertos! ¡Oh antorchas! ¡Oh faros! ¡Oh hogueras!
Nosotros os habíamos sentido hablar en el silencio solemne de nuestras noches profundas.
Decíais:
“Nosotros queríamos ascender en el ciclo del libre sol...
Nosotros queríamos ascender en el ciclo de la libre vida...
Nosotros queríamos ascender allá arriba, donde un día se fijó la mirada penetrante del pagano poeta:
Donde surgen y están como inviolables encinas entre los hombres los grandes pensamientos;
Donde desciende, invocada por los puros poetas, y serena entre los hombres está la belleza;
¡donde el amor crea la vida y respira el gozo!”.
Allá abajo, donde la vida celebra el gozo y se expande en plena armonía de esplendor...
Y por esto, por este sueño luchamos, por este gran sueño morimos...
Y nuestra lucha fue llamada delito.
Pero nuestro “delito” no debe ser considerado más que como virtud titánica, como esfuerzo prometeico de liberación.
Porque fuimos los enemigos de toda dominación material y de toda nivelación espiritual.
Porque nosotros, más allá de toda esclavitud y de todo dogma, vimos bailar libre y desnuda a la vida.
¡Y nuestra muerte debe enseñaros a vosotros la belleza del vivir heroico!
¡Oh muertos, oh muertos! Oh muertos nuestros...
Nosotros la hemos oído vuestra voz...
¡La hemos oído hablar así, en el silencio solemne de nuestras noches profundas!
¡Profundas, profundas, profundas!
Porque nosotros somos los sensitivos.
¡Nuestro corazón es una antorcha, nuestra alma es un faro, nuestra mente es una hoguera!...
¡Nosotros somos el alma de la vida!...
Somos los precursores de la luz del sol que beben el rocío en el cáliz de las flores.
Pero las flores tienen raíces fosfóricas incrustadas en la oscuridad de la tierra.
In aquella tierra que ha bebido vuestra sangre.
¡Oh muertos! ¡Oh muertos nuestros!
¡Aquella sangre vuestra que grita, ruge, que quiere ser liberada, para lanzarse hacia el ciclo y conquistar las estrellas!
Aquellas hermanas vuestras lejanas y luminosas que os han visto morir.
Y nosotros – los vagabundos del espíritu, los solitarios de la idea -
queremos que nuestra alma, libre y grande, abra de par en par sus alas en el sol.
Queremos que el ocaso social sea celebrado en este crepúsculo de sociedad burguesa,
para que la última noche negra se convierta en roja de sangre.
Porque los hijos de la aurora deben nacer de la sangre...
Porque los monstruos de las tinieblas deben ser muertos por el alba...
Porque las nuevas ideas individuales deben nacer de las tragedias sociales...
¡Porque los hombres nuevos deben ser forjados en el fuego!
Y sólo de la tragedia, del fuego y de la sangre, nacerá el verdadero Anticristo profundo de humanidad y de pensamiento.
El verdadero hijo de la tierra y del sol.
El Anticristo debe nacer de los escombros humeantes de la revolución para animar a los hijos de la nueva aurora.
Porque el Anticristo es aquel que viene desde el abismo, para ascender más allá de todo confín.
!Es el enemigo volitivo de la cristalización, de la preestabilización, de la conservación!...
Él es aquel que espoleará a los hombres a través de las misteriosas cavernas de lo desconocido
al descubrimiento perenne de nuevos manantiales de vida y de pensamiento.
Y nosotros – los espíritus libres, los ateos de la soledad, los demonios del desierto – sin testigos -
ya nos hemos impulsado hacia las cimas más extremas...
Porque cada cosa – con nosotros – debe ser llevada al máximo de sus consecuencias.
También el Odio.
También la violencia.
¡También el delito!
Porque el Odio da la fuerza.
La violencia subvierte
El delito renueva.
La crueldad crea.
¡Y nosotros queremos subvertir, renovar, crear!
Porque todo aquello que es vulgaridad pigmea debe ser superado.
Porque todo aquello que vive debe ser grande.
¡Porque todo aquello que es grande pertenece a la belleza!
XVII
Nosotros hemos decidido el “deber” para que nuestra ansia de libre fraternidad adquiera una valor heroico en la vida.
Nosotros hemos matado la “piedad” porque somos bárbaros capaces para el gran amor.
Nosotros hemos matado el “altruismo” porque somos egoístas donantes.
Nosotros hemos matado la “solidaridad filantrópica” para que el hombre social excave su “yo” más secreto y encuentre la fuerza del “Único”.
Porque nosotros lo sabemos. La Vida está cansada de tener amantes raquíticos.
Porque la tierra está cansada de sentirse pisada por largas falanges de pigmeos salmodiantes ruegos cristianos.
Y en fin, porque estamos cansados de nuestros hermanos, carroña incapaz en la paz y en la guerra.
Inferiores en el amor y en el odio.
Cansados y asqueados estamos...
si, muy cansados: ¡muy asqueados!
Y después aquella voz de los muertos...
¡De nuestros muertos!
¡La voz de aquella sangre que grita bajo tierra!
¡De aquella sangre que quiere liberarse para lanzarse hacia el cielo y conquistar las estrellas!
Aquellas estrellas que – bendiciéndolos – han brillado en sus pupilas en el último momento de la muerte,
transformando sus ojos soñadores en vastos discos de oro.
Porque los ojos de los muertos – de nuestros muertos – son discos de oro.
Son meteoros luminosos que vagan en el infinito para señalarnos el camino.
Aquel camino sin fin que es la carretera de la eternidad.
Los ojos de nuestros muertos nos dicen el “Porqué” de la vida, mostrándonos el fuego secreto que arde en nuestro misterio.
De aquel secreto nuestro que ninguno ha cantado hasta ahora...
Pero hoy el crepúsculo es rojo...
El ocaso está ensangrentado...
Estamos próximos a la trágica celebración del gran ocaso social.
Ya sobre las campanas de la historia el tiempo ha batido los primeros golpes anunciadores de un nuevo día.
¡Basta, basta, basta!
¡Es la hora de la tragedia social!
Nosotros destruiremos riendo.
Nosotros incendiaremos riendo.
Nosotros mataremos riendo.
Nosotros expropiaremos riendo.
Y la sociedad caerá. La patria caerá. La familia caerá.
Todo caerá, puesto que el Hombre libre ha nacido.
Ha nacido el que a través de el llanto y el dolor ha aprendido el arte dionisiaco del gozo y de la risa.
Ha llegado la hora de ahogar al enemigo en sangre...
Ha llegado la hora de lavar nuestra alma en sangre.
¡Basta, basta, basta!
Que el poeta convierta en puñal su lira!
Que el filosofo convierta en bomba su sonda
Que el pescador convierta su remo en formidable secur.
Que el minero salga armado con su hierro reluciente desde los antros mortíferos de las oscuras minas.
Que el campesino convierta en lanza guerrera su pala fecunda.
Que el obrero convierta su martillo en hoz y hacha.
¡Y adelante, adelante, adelante!
¡Es tiempo, es tiempo – es tiempo!
Y la sociedad caerá.
La patria caerá.
La familia caerá.
Todo caerá, puesto que el Hombre libre ha nacido.
Adelante, adelante, adelante, oh jocundos destructores.
Bajo el lábaro negro de la muerte, ¡nosotros conquistaremos la Vida!
¡Riendo!
Y la haremos nuestra esclava.
¡Riendo!
¡Y la amaremos riendo!
Puesto que los hombres serios son sólo aquellos que saben obrar riendo.
Y nuestro odio ríe...
Ríe rojo. ¡Adelante!
¡Adelante, por la total destrucción de la mentira y de los fantasmas!
¡Adelante, por la integral conquista de la Individualidad y de la Vida!
Qui troverete l'originale in italiano: http://www.novatore.it/Brani_scelti.html
Ultima modifica di Churchil; 27-10-2009 alle 19:32
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